Desde siempre me han gustado los faros. Tienen algo mágico, una mezcla de frialdad y cuidado que me atrae de manera irresistible.
Supongo que, porque a lo largo de la historia y aún hoy, la humanidad andamos buscando luces que nos guíen y nos saquen de la tormenta. Una luz que siempre esté ahí, esperando siglos y aguantando temporales si es preciso, a que en algún momento alguien la necesite. Y por eso mismo, a la par que la propia humanidad, la historia de la literatura está plagada de historias donde los faros cobran un protagonismo indiscutible.
“Cuaderno de faros” es un libro exquisito en el que su autora, Jazmina Barrera, recoge en forma de ensayos su particular colección de faros. Como ella misma reconoce, una colección inconclusa porque “cuando se colecciona hay que acotar, si no se quiere recolectar el mundo entero”.
Con este pequeño libro compran billetes para viajar a seis faros situados en lugares del mundo muy lejanos entre sí: Yaquina Head, Jeffrey’s Hook, Montauk Point, Faro de Goury, Blackwell y el Faro de Tapia. Con cada capítulo-faro, la autora nos lleva a través de sus escritos a conocer distintos mares, distintas épocas y distintas culturas.
Mezclando de manera magistral la historia y la mitología, aventurándose a acabar un relato inconcluso de Edgar Allan Poe o llevándonos de la mano a seguir las pisadas de Virginia Woolf, con esta obra no sólo podrán transportarse a los faros que pacientemente ha coleccionado, sino que podrán sentir la emoción atávica ante el mar y el miedo a perderse.
Podrán, también, hacerse con un extenso arsenal de referencias bibliográficas: necesitarán viajar más, y necesitarán leer más: de Portland a Nueva York, pasando por Francia, España, México; de Melville a Homero, de Julio Verne a Muñoz Molina, de Hildegarde Swift a Walter Scott…saltarán de una historia a otra, conocerán a la familia Stevenson (sí, la de la Isla del Tesoro, pero hay mucho más) y sentirán, con ella, la emoción de encontrar lo que buscan.
Pasarán de faros reales a faros falsos. De aquellos que aún están en activo a aquellos que han dejado de ser guías en la niebla. De la realidad que viven a la ficción que sería maravilloso vivir.
Me costaría mucho elegir un capítulo o un pasaje, pero, si tuviera que hacerlo, me quedaría con la historia The Little Red Lighthouse, en que nos cuenta cómo el faro más pequeño del mundo, que ya no tenía ninguna utilidad y estaba destinado a ser vendido (y probablemente destruido) se salva por petición popular, porque la gente se negó a que la vida fuera tan prosaica, a que la realidad no imitara siquiera un poquito a la ficción. Querían seguir teniendo su faro, su luz que les decía que por allí estaba su destino.
Por último, descubrirán que el faro es como un humano de piedra porque, como Michelet, sentirán que “la posición de guardián de los mares, de velador constante, hace del faro una persona”.
Pero es que también, a veces, hay personas-faro y, si alguna vez tuviera que hacer una colección, creo que empezaría contando a esas personas-faro que me rodean y que siempre, con una luz que guía y no deslumbra, me ayudan a volver. Esta mañana, terminando esta reseña, me ha llamado una de ellas. Quizá porque es gallega, quizá porque está enamorada de los faros igual, o porque es infinita su capacidad de estar presente por si alguien la necesita, me he acordado de esta reseña que tenía a medias (¡bendita capacidad de procrastinar!) y he decido terminarla.
Disfruten el libro y, si es posible, busquen el faro que les permita volver siempre a donde quieran estar.

Jazmina Barrera encontró en los faros su destino (qué ironía, ¿verdad?). Como ella misma dice: “Si pongo atención en mí misma, el dolor se amplifica. En cambio, si me pienso en proporción al faro me siento más bien nueva y diminuta”.
Nació en Ciudad de México, 1988. Es licenciada en Literaturas Modernas Inglesas de la UNAM y fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y del programa de Jóvenes Creadores del Fonca. Ha ejercido como traductora, redactora y editora en varios medios impresos y digitales. También recibió la beca Fulbright en 2011 y 2014, y en 2013 ganó el premio Latin American Voices de ensayo por su libro Cuerpo extraño. Es editora y socia fundadora de Ediciones Antílope.

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