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Estamos ante una novela puramente inglesa, si es que esto existe. Su humor fino, su ironía, no dejan ni una sola línea de la novela impune. Pero claro, todo ello con la crítica social de base.

Margery Sharp sabe magistralmente retratar la sociedad inglesa de clases subrayándola con el rotulador de lo absurdo a veces por lo exagerado, a veces por lo extremadamente simple.

Los escenarios donde se desarrolla la novela, Londres por un lado y por otro Devonshire, condado situado al sur de Inglaterra, son utilizados por los personajes para acentuar lo tópico y lo típico, el estilo de vida ingles.

Londres, donde comienza nuestra historia. Cluny Brown es una joven diferente, de mentalidad completamente libre y alejada de los cánones, que vive con su tío Arnold Porrit, fontanero, y hombre que sabe cuál es su lugar en la sociedad que le ha tocado vivir, y que se desespera intentando educar a su sobrina en este pensamiento, el adecuado.

Cluny no ve el peligro ni la maldad en los demás, como diría una madre que se precie,  va de aquí para allá imaginándose parte de la alta sociedad. Esto último no solo le molesta a su tío sino también a los vecinos que no paran de venirle con el cuento a su tío.

Pero el hecho que desata el cambio de aires para Cluny, decidido por Arnold, es el dejarse seducir por un cliente de éste. Como os decía la crítica social está presente en cada página.

Con este hecho y la aparición del nuevo escenario, Devonshire, un gran villa en el campo, a las afueras de un pequeño pueblo, para ser más exacto, la escritora pone sobre la mesa el eterno dilema y el eterno tópico, la ciudad, sofisticada y dadora de inteligencia, y el campo,  burdo, simple..que solo puede ser absuelta a través de la clase alta que decide cuando utilizar un escenario u otro.

Todo ello con la ironía de la que os he hablado.

Y para romper todo esto, el personaje que a mi me ha cautivado, el boticario del pueblo, Titus Wilson, que lo rompe desde lo absurdo, desde una identificación con la dicotomía ciudad- pueblo y a la vez apostando por la simpleza que no elige sino que simplemente pasa.

El contexto histórico de la novela, segunda guerra mundial, intensifica el subrayado de lo absurdo.

Los personajes: ya os he hablado de nuestra protagonista Cluny y de Titus Wilson, se podría decir que son la cara y la cruz pero para mi son la misma cara de la misma moneda, lo simple, lo sencillo.

 

También tenemos a Lady Carmel, la patrona de esa gran mansión de campo a donde va a servir Cluny, una mujer que solo se mete en sus flores y en que todo esté correcto.

Andrew, hijo de Lady Carmel, un joven que vive la vida sin importarle nada.

Belinski, escritor polaco que ha huido de los nazis y que es admirado por Andrew, el cuál le invita a 

pasar un tiempo, mientras escribe una novela, en la casa paterna.

Sir Henry, el patrón, que siempre está fuera, en sus tierras, montando a caballo.

Y Betty, lo que Cluny, en apariencia, querría ser, la sofisticada casamentera.

Novela divertida, muy visual y muy recomendable para pasar un buen rato.

Reeditada por la https://www.hojadelata.net/la-editorial/ 

 

 

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