Desde siempre tengo la costumbre de visitar las librerías de allá donde viajo y traerme lecturas. Bien sean cómics comprados en Bruselas o, como en esta ocasión, un libro de viajes que esconde un magistral ensayo, comprado en una pequeña librería en Cabo de Gata.
“Campos de Níjar” recoge de manera exquisita el viaje del autor, Juan Goytisolo, por los pueblos de los alrededores de Níjar y el Cabo de Gata: recorremos con él Alquián, Las Negras, Níjar, San José, La Isleta, Rodalquilar, Carboneras…y también sus playas, sus calas, sus caminos abrasados.
El libro responde a dos viajes que realizó el autor: uno, en compañía de Monique Lange, en 1956, y el segundo el año siguiente, en compañía de Vicente Aranda como fotógrafo, lo que ha permitido alguna edición fantástica en la que combina texto e imágenes.
A lo largo de la obra, a caballo entre diario de viaje y ensayo socio-ambiental, el autor nos descubre una de las regiones más pobres de la España de finales de los 50. Una España dejada de la mano después de años de explotación minera a manos de compañías extranjeras que no dejaron ni una sombra de desarrollo económico y fueron en gran medida responsables de la despoblación de la zona. Podemos recorrer los caminos y conocer los problemas para impulsar una agricultura que seguía anclada en usos y costumbres antiguas, pero que debía luchar con un clima y una naturaleza adversa. “Más árboles, más agua” rezaba la consiga que impulsó la Dictadura, pero cuya materialización nunca llegó más allá de las pintadas en los cortijos.
Conocemos con este libro el motivo por el que, cuando actualmente recorremos la zona, el paisaje es casi exclusivamente de ágaves y henequenes. Un programa de plantación masiva a mediados de los 50 buscaba, sin éxito, aprovechar las tierras. Un programa que no solo no consiguió el efecto deseado de desarrollo económico de la zona, sino que condenó a distintas especies autóctonas que se vieron desplazadas por la invasión de estas especies.
También podemos conocer los inicios de la especulación con la vivienda en un impactante capítulo en el que, de la mano de un cacique franquista, se nos cuenta cómo se están comprando viviendas de pescadores por apenas nada para, cuando llegue la carretera y con ella el turismo, desalojarlos y usar sus viviendas como alquiler vacacional.
Y como estos muchos más ejemplos de cuestiones que aún hoy siguen de rabiosa actualidad: la emigración buscando un futuro, el desarraigo, la desesperación de unos junto a la resignación de otros, el impacto de la minería en las comarcas, los atentados medioambientales que se esconden en decisiones políticas en materia agraria, la especulación de la viviendas o el impacto del turismo.
Solo siento, y mucho, haber leído el libro al regreso de mis vacaciones en la zona. Si me permiten un consejo: busquen “Campos de Níjar” y échenlo en la maleta para sus próximas vacaciones. Recorran con él Cabo de Gata y comparen lo que ven con las descripciones de los caminos y las calas. Busquen las similitudes y las diferencias.
Y disfruten, disfruten mucho de esta lectura en uno de los parajes más hermosos de Andalucía.
Del autor, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931- Marrakech, 2017), es recomendable leerlo todo. Sus “Señas de identidad” conforman, junto con La Forja de un Rebelde, de Arturo Barea; Imán, de Ramón J. Sender y El Siglo de las Luces, de Alejo Carpentier, un hermoso pack de lecturas definitorias de la transición.
Alejado de organizaciones políticas pero no de ideologías, sus escritos reflejan no solo el realismo social que pretendía transmitir sino también, y sobre todo, un compromiso y una forma de entender el mundo. Considerado por algunos como el mejor narrador de la Generación del medio siglo (o Generación de los 50), Juan Goytisolo no dejó apenas ningún palo por tocar: cuentos, ensayos, libros de viajes y novelas. En lo últimos momentos, y cuando decidió que dejaba la narrativa porque “No tengo nada que decir y es mejor que me calle. No escribo para ganar dinero ni al dictado de los editores” debutó en la poesía.
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